Verano.

Tenemos tres meses, noventa y dos días, dos mil doscientas ocho horas para enamorarnos y desenamorarnos para encontrar a una persona que nos haga sentir especiales. Podemos encontrar nuestro destino sin que nos demos cuenta, quizá lo tengamos enfrente y no nos queramos enterar, quizá estamos empeñados en creer cosas que no son posibles. Pero el amor llega solo, ya sea en una pista de baile, en un avión de camino a tus vacaciones, en el pueblo de la abuela, nunca sabemos donde podremos encontrar personas que hagan de nuestro verano una experiencia inolvidable… solo tienes que creer en ello.
Puede que nos rompan el corazón que terminemos con lagrimas en los ojos por aferrarnos a algo que quizá este destinado al fracaso, nadie nos asegura que las cosas saldrán bien pero nosotros tenemos que decidir si vivir momentos especiales o proteger nuestro corazón de posibles decepciones. 

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